miércoles, 6 de noviembre de 2013

Testimonios (1934)





"¡Salvamos la vida!"
Por Raimundo Orsi
Fragmentos de la entrevista  para
El Gráfico y el Mundial
número 2, junio de 1977




"Fue en Amsterdam donde conocí a Victorio Pozzo. Precisamente en mi última participación para una selección argentina y antes de ser transferido a la Juventus.

Estaba con Renato Cesarini cuando me enteré de la designación. El 'Compadre' me abrazaba, me decía que iba a ser campeón mundial. ¡Que gran tipo el 'Compadre'! Me acompañó al otro día a la priemra reunión en la Federación Italiana. Pozzo fue claro: 'Quiero salir campeón mundial con Italia. Por eso les pido el máximo sacrificio. Que se cuiden en la vida privada...Que no anden por ahí con las 'ragazzas'...Vamos a trabajar con tranquilidad...Vamos a empezar los entrenamientos la próxima semana. Nos juntaremos dos o tres veces por semana para ir conociéndonos. Ya saben que la base será la del Juventus. Les pido confianza en mí, que todo saldrá bien...'
Salí de la Federación pensando en cuidarme, pero Renato me esperaba en la esquina, junto a dos amigas, y ahí, sin darme tiempo a decir no, me subió a su Maseratti Sport y nos fuimos para Suiza. ¡A esquiar! Justo lo que nos tenían prohibido. Pero el 'Tano' era así, no podía decirle que no.

Entrenamos dos o tres veces por semana durante febrero y marzo. El campeonato comenzaba en mayo. Todo abril y hasta el 27 de mayo, que debutamos en Roma contra los Estados Unidos, estuvimos concentrados. Trabajábamos mañana y tarde en una finca cercana a Roma.  A la mañana gimnasia y a la tarde fútbol. En esos tiempos era fundamental jugar con la pelota. Nunca hubo problemas de integración en ese equipo. Jamás.  A pesar de que los del grupo argentino que integrábamos con Monti, Guaita y De María éramos los más habilidosos y tratábamos de enseñarle algo nuevo a nuestros compañeros. Ellos eran grandes jugadores, pero había secretos que no conocían.

Monti fue medio campeonato. Era mi compañero en la Juventus. ¡Qué jugador! ¡Qué personalidad! Se paraba en la mitad de la cancha y su sola presencia metía miedo. Yo no quiero saber qué les pasó a los adversarios que alguna vez fueron con debilidad a trabar una pelota con él.
En nuestro primer partido, contra los Estados Unidos, demostró lo que iba a ser a lo largo del Mundial. Metió, corrió. Le pegaban, se levantaba y seguía. Después del 7 a 1 nos sentimos reconfortados. Muy reconfortados. Es que pendía sobre nuestra cabeza una frase de Mussolini: 'Muchachos, si no ganan, crach...' Y ese 'crach' quería decir que nos cortaban el cuello...¡Vaya regalito que nos habían dado!

Ese mismo día, en Bologna, Argentina había caído ante Suecia por 3 a 2. El grupo argentino estaba contento por un lado y triste por el otro. Pozzo nos comprendió y, al otro día, cuando volvimos al entrenamiento, nos dijo: 'A ver los argentinos, cuidado con estar tristes...Con Italia tienen la oportunidad del desquite'. Monti se acercó y me dijo: 'Este Pozzo es un fenómeno, las sabe todas. Te juro que salimos campeones del mundo...'

El otro partido era con España, el 'cuco' del torneo. En el primer partido había dejado afuera a Brasil. En Fiorenza fue el encuentro. La noche anterior Pozzo había recibido una scitación de Mussolini, para reiterarle que pasaba si perdíamos...Fue un partido que no quiero ni recordarlo. Empatamos 1 a 1, pero para qué te cuento. Los nervios, la gente...Parecía que todo se nos venía encima...Al otro día jugamos el desempate. ¡Menos mal que ganamos! Mejor dicho, ganó Monti. Les pegó a todos, creo que hasta al director técnico de España. No sabés lo que fue. ¿La verdad? Ganamos de prepo. Gol de Meazza. Fui y lo abracé con furor. Es que además de ganar el partido, me estaba salvando la vida...Mussolini cumplía.

Y llegó Austria. Ganamos 3 a 2. Ahí vi el mejor 9 de todo el campeonato: Sindelar. Un nueve grandote, rubio. Iba arriba como un tanque. Fue en Milán. Volvimos a Roma a esperar la final. Fue el 10 de junio frente a Checoslovaquia. La noche anterior cenábamos y hacíamos chistes. De pronto unos 'carabinieris' nos dijeron que venía 'El Duce'. Entró por la puerta rodeado de guardaespaldas. Chau, me dije, otra vez la amenaza. Y fue así nomás. Empezó: 'Señores, si los checos son correctos, nosotros seremos correctos. Eso ante todo. Pero si nos quieren ganar de prepotentes, el italiano debe dar un cazote y el adversario caer..Buena suerte para mañana, y no olvidarse de mi promesa: ¡crach!...'

 Salimos a la cancha y todo el estadio se nos venía encima. Mussolini sonreía desde su asiento (...). Se fue el primer tiempo cero a cero y gran parte del segundo. A los 70 minutos Puc recibió en el medio de la cancha y picó por la izquierda. Eludió a Ferraris y se fue por adentro, cuando salió Monzeglio lo dejó clavado. Pisó el área y tiró a la izquierda de Combi. 1 a 0. ¡Nos queríamos morir! Sin embargo, diez minutos después, y cuando faltaban 10 para el final, Guaita cruzó la línea central. Vió que Schavio picó y la envió larga. Schavio saltó en la puerta del área con los dos zagueros. Chocaron los tres y cayeron. Yo venía acompañando la jugada. Planicka dudó entre salir o quedarse. Me dio el tiempo justo. La acomodé e ingresé al área, cuando Planicka dio un paso al frente se la toqué de derecha a su izquierda. La vi entrar y sentí que me moría. Se me cayó todo Italia encima. Monti hasta me daba patadas. Yo le gritaba: 'Guarda, Luis, que soy compañero. Guarda, no pegués.' 'Es que nos has salvado la vida', me gritaba.

El estadio estaba en silencio. Creo que teníamos más resto físico. A los 7 minutos llegó el gol del triunfo. Como el anterior: Guaita el centro. Bien adentro del área, y Schiavio a buscarla. Los dos zagueros se le fueron al humo. También Planicka. Schiavio se elevó. Yo acompañaba esperando otra vez el rebote. Pero esta vez Schiavio logró tocar y la pelota se fue adentro con Planicka, Schiavio y los dos zagueros. Fue el delirio. No lo quiero ni pensar. Después Mussolini me acarició la cabeza. Supe que estaba vivo. Cobré, al cambio, 20.000 argentinos, de los muy viejos...'















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