"La Selección hubiera tenido una figuración destacada"
Por Guillermo Stábile
Extracto del informe que presentó a la AFA como veedor en el Mundial
(El Gráfico y el Mundial número 5, Septiembre de 1977)
(Introducción: El Gráfico y el Mundial) La Argentina, manteniendo una política de aislamiento internacional, no participó del Mundial de 1954, pero la AFA envió al entonces seleccionador único, Guillermo Stábile, como observador del Campeonato. A su regreso, Stábile presentó un informe de seis carillas que él mismo calificó como "Resumen de las diversas observaciones hechas en cumplimiento de una honrosa distinción". En sus párrafos más salientes, acaso también los más polémicos, expresaba lo siguiente:
"En mi opinión, apreciando el actual poderío del fútbol nuestro y recordando lo que he visto en otros campeonatos del mundo, este de 1954 no ha de figurar entre los mejores en cuanto a calidad del término medio, pudiendo afirmarse que la selección argentina hubiera tenido una figuración destacada. Europa, en general, ha desterrado de su fútbol todo aquello que no sea efectivo, práctico, directo.
Estoy convencido de que se puede establecer un equilibrio entre lo útil y lo vistoso, especialmente cuando se dispone, como nosotros, de tantos elementos de extraordinarias condiciones. No creo que en nuestro país lleguemos a cometer la tontería o el error de disciplinar el juego tan exageradamente con tácticas y sistemas, quitando al jugador la libertad necesaria para mostrar personalidad y creación, virtudes que también son productivas. No por sí solas, exclusivamente, sino unidas a las otras. Pero tampoco esas 'otras' -tácticas, sistemas, marcaciones, sobriedad, espíritu de equipo- consiguen transformarse en triunfos importantes cuando falta talento personal. Lo mejor de que disponen los jugadores argentinos son sus recursos naturales. Su genio futbolístico es magnífico y mi opinión a este respecto es terminante. Lo que se impone es insistir en que tales recursos sean empleados en la proporción justa y no en demasía. Como un medio para llegar a un fin, que es el gol, y nunca como fin exclusivamente. Para algo se han puesto los arcos. Me parece muy bien que nustros jugadores sepan gambetear, dominar la pelota, realizar toda clase de malabarismos, pero estableciendo el término medio indispensable entre la retención de la pelota, el uso del dribbling y la velocidad del juego, de manera que sus mejores y más preciados atributos no se conviertan en defectos.
El equipo húngaro, pese a haber perdido el Campeonato Mundial, fue el mejor de todos los que compitieron en el certamen. Me apresuro a manifestar que son buenos, que son excelentes jugadores y practican un juego de alta calidad pero, entiéndase bien, no son fenómenos del fútbol. Los húngaros tienen una defensa nada más que discreta y una magnífica línea delantera. Marcan como en nuestro medio, aunque tienen siempre la precaución de no adelantarse en demasía, y se advierte una diferencia con respecto a lo que se acostumbra entre nosotros: cuando atacan se adelanta un solo half de apoyo, por lo general el volante derecho, mientras que el izquierdo (en nuestro fútbol Pescia o Gutiérrez) queda reforzando la defensa y ésta se constituye, así, con tres defensores en línea y el restante algunos metros más atrás. Pensando en nuestro medio, no creo que sea cuestión de aceptarla de plano: habría que tener en cuenta el adversario, la cancha donde se juegue el partido y, sobre el mismo terreno, proceder de acuerdo con las alternativas del juego y del score.
Los húngaros fueron al Campeonato Mundial llevando cuatro entrenadores para observar: Vokovi, Mandi, Kalmar y Kalocsay. Dividieron a los integrantes de la selección en dos equipos, A y B, entregando cada uno de ellos a un director. Se entrenaron de martes a viernes, pero los lunes hay baños y masajes. El programa de los restantes días fue el siguiente. Martes: Preparación física, gimnasia y juegos. Miércoles: Fútbol entre ellos. 60 minutos, así divididos: 20' con botines, 20' con zapatillas y 20' en medias. Jueves: baño y masajes. Viernes: Gimnasia y juegos. Sábado: Reposo."
Estoy convencido de que se puede establecer un equilibrio entre lo útil y lo vistoso, especialmente cuando se dispone, como nosotros, de tantos elementos de extraordinarias condiciones. No creo que en nuestro país lleguemos a cometer la tontería o el error de disciplinar el juego tan exageradamente con tácticas y sistemas, quitando al jugador la libertad necesaria para mostrar personalidad y creación, virtudes que también son productivas. No por sí solas, exclusivamente, sino unidas a las otras. Pero tampoco esas 'otras' -tácticas, sistemas, marcaciones, sobriedad, espíritu de equipo- consiguen transformarse en triunfos importantes cuando falta talento personal. Lo mejor de que disponen los jugadores argentinos son sus recursos naturales. Su genio futbolístico es magnífico y mi opinión a este respecto es terminante. Lo que se impone es insistir en que tales recursos sean empleados en la proporción justa y no en demasía. Como un medio para llegar a un fin, que es el gol, y nunca como fin exclusivamente. Para algo se han puesto los arcos. Me parece muy bien que nustros jugadores sepan gambetear, dominar la pelota, realizar toda clase de malabarismos, pero estableciendo el término medio indispensable entre la retención de la pelota, el uso del dribbling y la velocidad del juego, de manera que sus mejores y más preciados atributos no se conviertan en defectos.
El equipo húngaro, pese a haber perdido el Campeonato Mundial, fue el mejor de todos los que compitieron en el certamen. Me apresuro a manifestar que son buenos, que son excelentes jugadores y practican un juego de alta calidad pero, entiéndase bien, no son fenómenos del fútbol. Los húngaros tienen una defensa nada más que discreta y una magnífica línea delantera. Marcan como en nuestro medio, aunque tienen siempre la precaución de no adelantarse en demasía, y se advierte una diferencia con respecto a lo que se acostumbra entre nosotros: cuando atacan se adelanta un solo half de apoyo, por lo general el volante derecho, mientras que el izquierdo (en nuestro fútbol Pescia o Gutiérrez) queda reforzando la defensa y ésta se constituye, así, con tres defensores en línea y el restante algunos metros más atrás. Pensando en nuestro medio, no creo que sea cuestión de aceptarla de plano: habría que tener en cuenta el adversario, la cancha donde se juegue el partido y, sobre el mismo terreno, proceder de acuerdo con las alternativas del juego y del score.
Los húngaros fueron al Campeonato Mundial llevando cuatro entrenadores para observar: Vokovi, Mandi, Kalmar y Kalocsay. Dividieron a los integrantes de la selección en dos equipos, A y B, entregando cada uno de ellos a un director. Se entrenaron de martes a viernes, pero los lunes hay baños y masajes. El programa de los restantes días fue el siguiente. Martes: Preparación física, gimnasia y juegos. Miércoles: Fútbol entre ellos. 60 minutos, así divididos: 20' con botines, 20' con zapatillas y 20' en medias. Jueves: baño y masajes. Viernes: Gimnasia y juegos. Sábado: Reposo."
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