La vista fija en la pelota. Houseman a punto de derrotar al gran Dino Zoff (El Gráfico)
"Los muchachos de la villa no lo deben poder creer..."
De un reportaje a René Orlando Houseman
Por José María Otero
Fotos de Ricardo Alfieri (h)
(El Gráfico nº 2855 - 25/06/74)
"Yo vine muy asustado a Europa. Escuché tanto hablar de la fuerza y de la preparación de esta gente que me hice la idea de que eran robots imparables que nos pasaban por arriba con toda facilidad...Que la marca, que la fuerza, que la velocidad...De repente se me hizo la luz cuando empecé a ver los partidos del Mundial por televisión. Entonces pensé que no eran tan difíciles y que bastaba con que cada uno de nosotros hiciera lo que sabía, porque acá tenemos muy buenos jugadores. En la cancha me agarré más confianza todavía. No fue de golpe, claro. Por ejemplo, la noche anterior al partido con Polonia no dormí bien, pese a que Cap me dijo que yo iba al banco y que entraba en cualquier momento. Pero, en cambio, el día antes de Italia dormí como un tronco. Ahí m,e convencí de que todo iba a andar muy bien. Y así fue que jugué muy tranquilo y confiado y me salió el mejor partido de mi vida. Porque, ojo, que ese día me salieron todas y no recuerdo otro partido así...
Les había prometido el gol a los muchachos que no estaban en el banco. A Miguelito, a Poy, al Lobo Carrascosa, al Mencho, al Pato Fillol. Por eso salí corriendo a gritárselo a ellos. Hasta ahí no me dí cuenta de nada. Siempre hacemos esa jugada con Carlitos en Huracán y hemos marcado muchos goles de esa manera. Yo voy con mi marcador cuando él tiene la pelota, amago que voy a picar, freno haciéndolo quedar conmigo y sobre el pucho me mando en serio, y Carlitos me la tira en profundidad, sorprendiendo a mi hombre. Me encontré con la pelota, ví al arquero que se me venía y le dí con todo de zurda. No elegí ángulo ni nada. Tiré y chau...Me temblaron las piernas al rato, cuando se me dio por mirar el tablero luminoso y vi que decía Argentina 1, Italia 0, y Houseman debajo, ¡Me agarró un frío! ¡Y la que me pasó después! Salté a cabecear un centro, el arquero de ellos metió el puñetazo, le dio en la cara a Benetti, y éste con su cabeza me pegó a mí en la boca. Caí desmayado y cuando me despertaron con agua no recordaba nada. Entonces sacudí la cabeza, vi el tablero y leí Houseman y Perfumo. ¡Huy, qué bien! -pensé-, ganamos dos a cero. Lástima que el de Roberto había sido en contra y reaccioné al ratito...Dicen que me aplaudieron, pero no sentí nada. Lo único que escuchaba eran los gritos de Miguelito y el Lobo Carrascosa desde la platea alentándome: 'Dale René, no aflojés...' Y de Ricardito Alfieri cuando caí al suelo y me gritaba para que me levantara y siguiera metiendo...En una jugada de reojo vi que dos italianos se mataron entre ellos cuando yo amagué y me fui por el costado. Y me comentaron que en otra jugada pasó algo parecido. Pero al final ya no podía más. Me dieron un par de golpes bravos, sobre todo uno en la rodilla, pero además sentía las piernas acalambradas. Cuando Yazalde pidió el cambio yo ya no aguantaba más. El cuatro ese cada vez que me pegaba y me tiraba al suelo,me decía 'auguri'...¿Qué quiere decir auguri...?
Terminó el encuentro. Rubén Glaría se abraza con Houseman.
Un momento en que pareció que el empate ante Italia no
iba a ser suficiente para clasificar a la 2da. Ronda. De todas
maneras, René cumplió una gran actuación, la mejor suya
en este mundial y en los mundiales en que participó -1974/78-
(El Gráfico)
Cuando me llamaron de vuelta para la Selección hablé con el profesor Kistenmacher. Antes me había portado mal, hice una chiquilinada y le expliqué que no volvería a cometer ese error. Que me iba a portar bien. Tenía ganas de jugar en la Selección y sabía que el Mencho andaba bien y que yo debía esperar mi turno. Aguanté bien la gira, la concentración y todo el entrenamiento. Extraño mucho a mi señora, más ahora que está por nacer el pibe nuestro. Pero mi hermano mayor, Carlos, que tiene 31 años, me escribió una carta; me dijo que no sea tarado y que juegue la vida porque es mi obligación para con el país, y me dí cuenta que tenía razón. Hay que sacrificarse por todo lo que uno le debe a la gente. El es mi consejero permanente y le hago caso en todo. También vino el flaco Menotti y me emocioné mucho al verlo porque es un tipo sensacional. Lo único que me dijo fue: 'Vos acá te vas a divertir con todos esos marcadores europeos...' Y que se yo..., uno entra a pensar en todo eso, en la familia, y afloja... Cuando terminó el partido con Italia cambié la camiseta con Mazzola y me puse a llorar...Y en los vestuarios lloramos juntos con Perfumo...Por la familia, sabés...Y por el partido que merecimos ganar, aunque en la segunda parte llegamos poco por más que dominamos...Pero qué jugador Carlitos, ¿viste? Cuando él agarra la pelota te dan ganas de quedarte parado y mirarlo a él solo...Y el Cordero (Telch) también...¡Lástima que no jugó Miguelito! Es mi mejor amigo. El día de Polonia, cuando veníamos de la cancha, me senté a su lado, como siempre, y vi que ponía la cabeza contra el vidrio y tenía una tristeza bárbara en la cara. Al rato miré de nuevo y observé que se le caían unas lágrimas. Me hizo llorar a mí también...¿Viste como es esto? A veces andás bien, a veces andás mal, pero siempre tenés a los amigos y a la familia con vos. Los muchachos de la villa no lo deben poder creer...¿Te imaginás si hubieran estado en la cancha viendo el cartel donde estaba mi nombre como autor del gol...? Ahora me hablaron para jugar en Europa, pero no quiero saber nada. Yo acá me quedaría todo el tiempo que fuera necesario para que pudiésemos ser campeones del mundo. Pero después de vuelta a Buenos Aires. Allá tengo todo: mi casa, mi familia, mis amigos y el pibe que está por nacer...La plata es lo de menos...¿A los veinte años quien puede pensar en la plata?"
Houseman con Santoro (izq) y Yazalde (El Gráfico)
Un resumen de la actuación de Houseman en su paso por Alemania Federal
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